Naufal 02-01

ComercioExterior, vol. 51, núm. 2, México, febrero de 2001



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JesúsSilva Herzog,
los dilemas de su tiempo

Georgina Naufal Tuena

Institutode Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México<naufal@servidor.unam.mx>.


 

Cuando Comercio Exteriorme pidió una colaboración sobre Jesús Silva Herzog (1892-1985)me surgieron varias preguntas: ¿cómo acercarse a una figura que esuna institución en la vida cultural y política de México enel siglo XX? ¿Cómo entender al hombre que buscó la posteridady se propuso ser un ejemplo a seguir? y, sobre todo, ¿cómo interpretaral hombre público y al hombre de las ideas? Responder a estas interrogantesno es fácil por varias razones. La primera es la cercanía en el tiempo,pues apenas han transcurrido 15 años de la muerte de Silva Herzog, lo quehace difícil tomar distancia respecto de su vida y su obra. En segundo lugar,gran parte de quienes han escrito sobre él fueron sus alumnos o discípulosy de ahí que su propósito sea mantener vivo su recuerdo y no hacerun análisis crítico y ponderado de su legado. En tercer término,es innegable la contribución de Silva Herzog al desarrollo de los estudiosy la investigación económicos de México y la creaciónde instituciones que hoy siguen siendo parte fundamental de nuestra vida culturaly académica, por ejemplo el Instituto de Investigaciones Económicas,ya con 60 años de vida.

Por otro lado, es importante noperder de vista que el estudio sobre los intelectuales tiene sentido en funciónde su capacidad para ofrecer respuestas a los dilemas de su tiempo. Al respecto,el estudio de la vida y obra de Silva Herzog permite ver reflejadas las angustiasy esperanzas de los hombres de su época.

 

Yo y mi circunstancia

Desde temprana edad JesúsSilva Herzog supo que era dife-rente de los demás por la deficiencia visualque padeció toda su vida. Seguro de que su destino no sería el quemarcan las convenciones y de que de nada servía lamentarse de su situación,se propuso tomar las riendas de su propia vida y, siguiendo el aforismo de JoséOrtega y Gasset, "Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no mesalvo yo", forjarse un destino en el México convulso que lo vio nacer.Para salvarse, Silva Herzog asume una actitud activa y propositiva frente a la viday la realidad de la revolución; para salvarse él había que ayudara México, había que "hacer algo" por el país, "algomejor" que lo realizado por las generaciones anteriores.

El "hacer algo por México"significó para él y su generación crear espacios de participación,intervenir en el diagnóstico, la formulación y la aplicaciónde los planes que podían sacar al país del atraso y la miseria en quese encontraba, y buscar el camino del crecimiento económico con justicia social;significó descubrir que existían México y los mexicanos comoindicó Manuel Gómez Morín, conocer la realidad nacional en relacióncon sus problemas internos y externos, enseñar a pensar a las nuevas generacionesy educarlas en los ideales y principios de la revolución y de los valoresnacionales, latinoamericanos y universales y crear instituciones para no dejar ala deriva los planes y proyectos concebidos para México y no dejar en manosde los individuos la reconstrucción del país. Simbolizó, asimismo,crear lazos de unión y simpatía entre todos los mexicanos para formarla identidad nacional.

El ingreso de Silva Herzog a lavida pública nacional no fue tan temprano como el de otros miembros de sugeneración; en cambio, al igual que ellos, su ascenso en la administraciónfue rápido: a los 32 años emprendió su larga carrera como profesory promotor de los estudios económicos en México; a los 35 publicósu primer libro, en donde sostiene que el progreso de México se inicia conla revolución; a los 37 años fue embajador de México en la urss,y a los 40 subsecretario de Educación Pública.

De los 40 años en adelante,hasta cerca de los 80, Silva Herzog participa en la creación de la revistaEl Trimestre Económico y es miembro de la Junta de Gobiernodel Fondo de Cultura Económica. Nombrado perito en el conflicto petrolero,el punto 40 de su dictamen sirvió de base para la expropiación de laindustria. Fue, asimismo, gerente general de la Distribuidora de PetróleosMexicanos; director de Estudios Financieros y subsecretario de Hacienda; representantede México en diversos foros internacionales; director de la Escuela Nacionalde Economía en varias ocasiones y, por sus méritos en favor de la UniversidadNacional Autónoma de México, miembro de su Junta de Gobierno. Fundó,dirigió y fue sostenedor de la revista Cuadernos Americanos, su granempresa cultural continental. Como reconocimiento a sus labores, se le nombrómiembro de El Colegio Nacional, de la Academia Mexicana de Geografía y Estadística,de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Academia Nacional de Historia y Geografía,profesor emérito de la UNAM y Premio Nacional de Ciencias y Artes. Muere alos 93 años. Sus restos se encuentran depositados en la Rotonda de los HombresIlustres.

Los conflictos de su tiempo, comola revolución mexicana y los problemas económicos, sociales y políticosde México y el mundo, están presentes en casi todos sus escritos; esel caso de sus libros Breve historia de la Revolución mexicana (1960),Historia de la expropiación de las empresas petroleras (1964) y Elagrarismo mexicano y la reforma agraria (1959), publicados por el Fondo de CulturaEconómica. Lo mismo sucede con sus ensayos y artículos: "Lo humano,problema esencial" (1942), "Meditaciones sobre México" (1947),"La revolución mexicana está en crisis" (1943), "Larevolución mexicana es ya un hecho histórico" (1949), "Homilíapara futuros economistas" (1956), "México a cincuenta añosde su revolución" (1964), "Porfirismo y neoporfirismo" (1972),todos ellos aparecidos en Cuadernos Americanos y recogidos en varias antologías.

Admirador de los grandes hombres,de aquellos que por su espíritu logran remontarse por encima de los interesesmateriales, Silva Herzog reunió en varios libros a los más altos representantesdel pensamiento económico y social de México y el mundo: Historiay antología del pensamiento económico-social. Antigüedad y EdadMedia (1939, 1945, 1953), Tres siglos de pensamiento económico, 1518-1817(1950), Antología del pensamiento económico social I. De Bodinoa Proudhon (1963), El Pensamiento económico, político y socialde México, 1810-1964 (1967), Los fundadores del socialismo científico(1972), todos publicados por el Fondo de Cultura Económica.

 

Arquitecto de supueblo

Silva Herzog, ademásde pretender influir en su presente me-diante la acción y la críticay de constituir un ejemplo como servidor público, maestro, economista e intelectual,también se propuso anticipar su posteridad escribiendo sus memorias. En susrecuerdos deja constancia de su participación en los principales acontecimientosnacionales y del papel que desempeñó. Al mismo tiempo, habla de suvida, de sus inquietudes intelectuales, sociales y políticas, de sus convicciones,de su vocación de servicio, de su deseo de servir y ser útil a México,de sus anhelos y decepciones, y de sus preocupaciones humanísticas y culturales.

El Silva Herzog de estas memoriases un hombre de pensamiento y acción, íntegro, progresista, defensorde las mejores causas sociales, incorruptible, crítico, de ideales firmes,independiente; en la cátedra, en el servicio público y el medio editorialcontribuyó a abrir nuevos caminos en la investigación económicay social en México y a promover la solución de los problemas del país.El espíritu que rodea a sus memorias es el del hombre cuyo ideal fue hacerbien las cosas, amar a su patria, servir a su pueblo con la mira de elevar sus condicionesculturales y materiales y hacer de su propia vida una obra de arte. Para él,la palabra economista quería decir arquitecto de pueblos.

La imagen que Silva Herzog contribuyóa forjar de sí mismo y de México sirvió para legitimar a loshombres y a la nación que ellos contribuyeron a construir. Su vida, como ladel México que él nos cuenta, tiene conflictos y contradicciones, peroson menores comparados con el esfuerzo realizado. En un país donde aparentementeno existía nada que valiera la pena hasta antes de la revolución, dondehabía que hacerlo todo desde el principio, desde reescribir la historia, concebirel porvenir y participar en su construcción, obviamente su mérito seríainvaluable.

La historia de la revoluciónmexicana que Silva Herzog escribió es una historia oficial, por cuanto identificaal carrancismo con la Constitución de 1917 y a ésta con la formacióndel Estado mexicano posrevolucionario, por cuanto incorpora a los grupos contrariosal constitucionalismo en la tarea de forjar la historia nacional. Otra cosa es sucontribución a la historiografía nacional como compilador de una riquísimadocumentalia, producida durante la lucha armada, sobre temas agrarios y explicativosde la ideología de la revolución mexicana.

 

Sentido de pertenencia

Por sus problemas visualesSilva Herzog no concluyó la se-cundaria ni hizo una carrera universitariade manera formal, como el común de la élite cultural de su generación.Cuando en 1917 dejó su ciudad natal, San Luis Potosí, para radicaren la Ciudad de México, era lo que se dice un autodidacto y sus interesesandaban por la historia y la literatura. A principios de los años veinte SilvaHerzog tomó clases de economía política con Alfonso Goldschmidt,de filosofía con Antonio Caso, de ciencias de la educación con EzequielA. Chávez y de historia del arte con Carlos Lazo. Lo hizo gracias a los cursoslibres que impartía la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional,la cual había sido recientemente reformada por Vasconcelos para impartir cursoscortos de especialización, en lugar de los tradicionales de formaciónsuperior. En esas aulas Silva Herzog descubre los nuevos valores y las nuevas ideassociales, políticas y económicas del momento y adquiere un sentidode pertenencia generacional, un sentimiento de compromiso con el proyecto de reconstrucciónnacional de los gobiernos revolucionarios.

En otras palabras, en la Escuelade Altos Estudios Silva Herzog descubrió que no estaba solo, que era partede una colectividad; que los acontecimientos sociales y políticos de Méxicoencontraban perfecto acomodo en las explicaciones de sus maestros y que no era suficienteser espectador o testigo de los hechos, sino había que hundirse en ellos y,frente a ellos, asumir una actitud crítica, pero propositiva, ante la realidadnacional. Es decir, había que hacer algo por México, lo que significópara Silva Herzog y su generación civilizar al país. Este espíritucivilizador era la herencia simbólica de la generación del Ateneo dela Juventud. Silva Herzog y sus coetáneos la retoman y le otorgan la proyecciónpragmática que no tenía.

Para Silva Herzog, civilizar significabaprogreso, marchar hacia adelante y "el adelante de toda nación"estaba determinado por las condiciones de cultura y de vida de sus mayorías.Civilizar significaba tanto avance ético, estético y mental cuantoprogreso en las condiciones de vida de la población; es decir, para civilizaral país había que enfrentar, de manera simultánea, los problemasdel bienestar material y espiritual de las mayorías y llenar el vacíocultural y social que existía.

 

El proyecto civilizador

El proyecto civilizadorde Silva Herzog para México era po-pular, nacionalista, indigenista, antiimperialista,moderni-zador de la economía, estatista, defensor de los valores de la culturauniversal y de la identidad hispanoamericana, respetuoso de la libertad de pensar,creer y actuar, pero anticlerical. Su proyecto partía de los ideales y losprincipios de la revolución mexicana y de lo establecido en los artículos3, 27 y 123 de la Constitución de 1917, para ir más allá y sentarlas bases para la construcción del socialismo, de un socialismo democrático,propio de México, afín a nuestra historia, a nuestra geografíae idiosincrasia. Para él, el socialismo así entendido representabala síntesis de la civilización: la armonía del hombre con lanaturaleza y la armonía de todos los hombres entre sí.

La construcción de un nuevoproyecto de nación fue tema central de muchos de sus ensayos, artículosy discursos. En ellos reflexiona sobre los grandes problemas del país y cómoresolverlos: conocer México y la realidad nacional; que se quisiera establecerun régimen a partir de una amalgama de principios socialistas e individualistas,como lo pretendía la Constitución de 1917; la falta de una ideologíanacional que estableciera el camino a seguir; el dilema de la nutrición, lasalud y la educación de las mayorías; la urgencia de incrementar laproducción y la productividad y de aprovechar mejor los recursos naturales;el conflicto de la escasez de recursos internos y la necesidad de reglamentar lasinversiones externas para impulsar la economía; el gran obstáculo quela geografía presentaba para la construcción de vías de comunicación;la vecindad con la nación más poderosa del mundo, Estados Unidos, interesadaen impedir el desarrollo independiente del país, etcétera.

En sus trabajos Silva Herzog veel todo, el conjunto: lo que importa es construir la nación. Para éles indispensable identificar y acomodar las piezas clave y señalar las prioridadesa fin de ofrecer solución a los problemas más urgentes, a saber: mejorarlas condiciones de vida de la población y convencer a las masas de la bondaddel programa revolucionario; había que marcar los cauces, establecer los moldesque era necesario seguir y sentar las bases de lo que se tenía y debíahacer con vistas al porvenir. Más adelante habría tiempo para corregirerrores, modificar lo que no se había hecho bien o que faltaba hacer.

En sus reflexiones Silva Herzogno se cuestiona si su proyecto civilizador es comprendido o aceptado por aquellosa quienes va dirigido; tampoco se cuestiona si la reforma agraria o el impulso alsindicalismo lograron identificar a las masas creyentes con el proyecto revolucionarioanticlerical; menos aún se detiene a considerar el problema de la existenciade un partido único o el problema de la falta de independencia de las organizacionesobreras, agrarias y populares. Lo que a Silva Herzog le preocupaba era que todo quedarasubordinado a la política: la técnica, la teoría, la accióngubernamental, las conveniencias económicas en materia de producción,de crédito, etcétera. Sin embargo, como la política todo locorrompe y todo lo desvirtúa había que elegir a los mejores hombrespara gobernar a la nación y había que educar a los futuros responsablesde la conducción del país en los principios de la justicia, la verdady la razón.

Para llevar adelante su proyecto,Silva Herzog se convierte en el hombre orquesta: colabora en la administraciónpública y en la academia, donde aplica sus conocimientos técnicos yexpresa sus inquietudes morales e ideológicas; anima, propone, participa enla creación de instituciones educativas, centros de investigación,bibliotecas, archivos, revistas, leyes, decretos, edición de libros; promuevela vinculación de la universidad con el sector público y de la investigacióneconómica con los grandes problemas nacionales. Escribe, publica, dicta conferencias,da discursos, imparte clases.

Para que su mensaje civilizadorllegase al mayor número de lectores posible, Silva Herzog emplea en toda suobra un lenguaje llano, sencillo y directo, sin tecnicismos ni exceso de datos: supreocupación es hablar con claridad para una mejor comprensión de losdifíciles problemas económicos. En consecuencia, la exposiciónde los temas es general, amplia, sin detalles complejos ni consideraciones teóricas.Por eso su estilo es el de un predicador: su propósito no es sólo enseñar,instruir, sino educar, formar hombres; hombres conscientes de su responsabilidadcon la sociedad y consigo mismos, hombres honrados, ciudadanos probos.

 

La prédica

Civilizar significa decirla verdad, fortalecer y transmitir valores éticos y morales, segúnsugiere Silva Herzog, por lo que critica los errores y las desviaciones de los gobiernosposrevolucionarios: la improvisación, el empirismo, la importaciónde fórmulas ajenas a la realidad y las necesidades nacionales, la incongruenciaen los propósitos y en los métodos para resolver los problemas delpaís. Cuestiona la falta de ética y de educación políticade políticos, funcionarios y dirigentes sindicales y campesinos; cuestionaa los profesionistas que sólo buscan el lucro y el bienestar económico,y critica a los estudiantes que no estudian. En suma, llama la atención sobrelas lacras sociales, como la corrupción, la demagogia, el servilismo, el conformismo,la cobardía, la falta de voluntad para hacer y avanzar; también lafalta de convicciones y de confianza en un futuro mejor.

La crítica de Silva Herzoges, como se indicó, propositiva, moral, propia del humanismo mesurado y condescendienteque cultivó; es una critica que reconoce los límites que la realidadimpone pero a la que sobrepone los valores éticos de la razón, la verdady la justicia, y la lucha por alcanzar mejores condiciones de vida materiales y espiritualespara los hombres. Para él la búsqueda de la verdad apunta hacia dosórdenes: la razón científica del conocimiento de la realidady la conciencia de los hombres y sus necesidades espirituales. En sus reflexionesno separa el análisis de la crítica moral, el ser del deber ser, losjuicios de valor sobre la realidad. En el fondo, la conciencia es el principal dilemadel hombre de ciencia.

Por todo esto, Jesús SilvaHerzog insiste: el científico verdadero es el que se interesa en el hombrey en sus necesidades tanto materiales como espirituales. Así, la meta deleconomista es hacer que desaparezcan el hambre y la miseria entre los hombres y prestarun servicio de carácter social; debe ser útil a la colectividad. Paracristalizar esta meta, debe tener conciencia de su responsabilidad en el mundo yconsigo mismo; por ello debe ser un individuo íntegro, con limpieza moraly honrado. Por tanto, concibe la economía como una ciencia humana, no matemática,dinámica, sujeta a leyes temporales producto de los cambios en la sociedad.Es una forma de humanismo.

A Silva Herzog no le preocupa sisus ideas y reflexiones coinciden o no con las de los especialistas. Sus opiniones,ciertamente heterodoxas, sobre la revolución mexicana o sobre la historiadel pensamiento económico, tienen la finalidad no tanto de convencer, sinode buscar que se reconsiderasen los hechos y problemas a la luz de una apuesta políticae ideológica. Así, por ejemplo, su opinión de que la historiadel pensamiento económico debía partir de los tiempos más remotosy no, como era lo aceptado, de los mercantilistas o de los fisiócratas, nofue compartida por Daniel Cosío Villegas, contemporáneo suyo. Sin embargo,para Silva Herzog era útil y necesario, porque de la historia de los pueblosantiguos desprende su ideal de civilización: Grecia heredó a la humanidadla ciencia y el arte; Roma, el derecho, y Judea, la religión; porque en Greciaestuvo a punto de culminar la civilización.

Es un hecho, también, quesu idea de que la historia se rige por la ley del progreso no fue totalmente aceptadapor sus coetáneos. Sin embargo, para él era importante encontrar elsentido de la historia, porque sólo así podía explicar el porquéde las revoluciones y de los conflictos sociales. Silva Herzog es preciso y reiterativo:progreso significa cambio, renovación, avance; significa que la épocapresente es mejor que la anterior y la del mañana mejor que la de hoy. Noobstante, acepta que el progreso no es lineal: hay momentos en que el impulso creadorcede su lugar a la desesperanza y la parálisis, como ocurrió en Méxicocon la muerte de la revolución mexicana, como sucedió en Europa conla guerra. Sin embargo y precisamente porque el camino del futuro no es inequívoco,considera que el individuo no sólo tiene la obligación moral de tomaruna decisión y ser consecuente con ella, sino de elegir la opción delprogreso. La de Silva Herzog y la de los hombres de su generación es la esperanzade un futuro mejor, más humano, más justo, más racional.

El diagnóstico de SilvaHerzog sobre la historia nacional es pesimista con relación al pasado anteriora la revolución, inconforme con lo alcanzado en el presente y optimista encuanto a las posibilidades de un futuro mejor. Ver hacia adelante parece ser su lema.Por eso ni en sus reflexiones ni en su actitud cabe la desesperanza, ni cuando susdecisiones fueron motivo de conflicto, ni cuando declaró la muerte de la revoluciónmexicana, ni cuando la desolación de la guerra en Europa parecía quererinvadirlo todo. Para él, mientras los ideales de la revolución no sehubiesen cumplido, mientras la armonía de los hombres con la naturaleza yde los hombres entre sí no fuera una realidad, había que seguir luchando.

En este entorno se inscribe sumayor empresa cultural, la creación de Cuadernos Americanos, la revistadel nuevo mundo. Para Silva Herzog, la hora de la segunda guerra mundial significóla oportunidad de que América Latina y la España peregrina, la de lostrasterrados, unieran sus voces, sus talentos, sus conocimientos, sus historias encomún, para luchar por recoger y conservar los auténticos valores deOccidente para superarlos, engendrar valores nuevos, crear un nuevo humanismo consistenteen que todos los hombres puedan satisfacer sus necesidades biológicas, económicasy sociales, en que todos tengan igualdad de oportunidades para educarse y alcanzarsu mejoramiento material y espiritual.

El proyecto civilizador que SilvaHerzog pensó para México también era válido para lospueblos de América Latina, pues todos tienen la misma lengua, una historiaen común y, sobre todo, los mismos problemas, cuya única forma de resolverera con la unión fraternal. Al panamericanismo de Estados Unidos habíaque oponer el iberoamericanismo; había que construir nuestra propia opciónde progreso y mostrarla al mundo. ¿Cómo? Uniendo las voces de lo mejordel pensamiento progresista hispanoamericano.

Para terminar, cabe preguntarse:¿qué queda de este proyecto civilizador? ¿Aún conservanlas instituciones que fundó el espíritu que les dio vida? ¿Siguensiendo válidas sus preocupaciones humanistas? Sin pretender responder a estasinterrogantes, considero que las preocupaciones humanistas de Silva Herzog no pierdenactualidad; sí, en cambio, el diagnóstico y las soluciones que propusopara ellas. Cada generación se enfrenta a problemas nuevos, para los que serequieren nuevas preguntas y alternativas. Corresponde a la generación presentetratar de dar respuesta a los dilemas de nuestro tiempo sin perder de vista al hombre.



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