Briceño

ComercioExterior, vol. 51, núm. 5, México, mayo de 2001


ElMercosur, México
y el Caribe frente al Área
de Libre Comercio
de las Américas

José BriceñoRuiz

CentroInstitut d'Études Politiques, Francia <bricenoruiz@yahoo. fr>.



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La propuesta deEstados Unidos para establecer el Área de Libre Comercio de las Américas(ALCA) ha abierto un importante debate en América Latina y el Caribe sobrela conveniencia de participar en un modelo de integración tan marcadamenteasimétrico. Desde el anuncio de la Iniciativa para las Américas (IPA)en 1991, la Cumbre de Miami en 1994 y la Cumbre de Santiago en 1998, la integraciónhemisférica se ha convertido en un tema central de la política económicainternacional de América Latina y el Caribe. Sin embargo, las reacciones ala propuesta estadounidense de integración han sido variadas en las subregionesde aquella parte del continente. En este artículo se analizan las razonespolíticas y económicas que explican esa diversidad de posiciones. Partiendode la pluralidad de incentivos para negociar y la intensidad de los nexos entre EstadosUnidos y las subregiones de América Latina y el Caribe se argumenta que estasúltimas se encuentran divididas frente al ALCA. Las economías de laCuenca del Caribe y México mantienen posiciones negociadoras cercanas a EstadosUnidos, mientras que el Mercado Común del Sur (Mercosur) intenta desarrollaruna estrategia de integración más independiente de Washington.

 

Los costos y beneficiosdel ALCA para América Latina y el Caribe

Los que apoyan al ALCA consideranque podría atraerle a la región una serie de beneficios al permitirleingresar de forma preferencial al mercado norteamericano, uno de los más grandesdel mundo y de importancia significativa para varios países latinoamericanosy caribeños. Se alega que el ALCA evitaría que en el futuro el gobiernode Estados Unidos estableciese medidas proteccionistas unilaterales en contra delos países latinoamericanos y crearía un entorno atractivo para lainversión extranjera, el ingreso de crédito externo y la repatriaciónde capitales.1

El problema es que la magnitudde estas ventajas no es igual para la región en su conjunto. Los incentivospara apoyar el ALCA no son uniformes entre los países latinoamericanos. Estolo ha explicado Bouzas, quien señala que los costos y beneficios de la integracióncon Estados Unidos pueden evaluarse tomando en cuenta tres elementos: a] la estructurade incentivos positivos para la integración; b] los incentivos negativos odefensivos, y c] la incertidumbre acerca de los costos del "boleto de entrada"en el caso de futuras adhesiones al acuerdo.2 Con base en estos factores es posible argumentarque las respuestas de los países de América Latina y el Caribe frenteal ALCA no serán uniformes. El volumen de concentración de comerciocon Estados Unidos y el grado de protección de las economías serándos factores vitales que los países considerarán al participar en lanegociación del ALCA. En consecuencia, los países con una alta proporciónde exportaciones hacia Estados Unidos estarán más interesados en participaren el ALCA porque tendrían elevadas ganancias, los costos por desviaciónde comercio serían mínimos, al igual que los riesgos de represalias.La decisión de ingresar al ALCA también dependerá del gradode protección local, lo que en conjunto determinará los costos de ajustey desviación de comercio de los terceros oferentes. Esto supone que los paísesque tienen una protección interna más o menos elevada estaránmás reacios a participar en el ALCA, aunque esto puede variar si sus bienesestán sometidos a aranceles elevados en el mercado de Estados Unidos.3

La integración hemisféricano generará beneficios similares para todos los países de AméricaLatina. En consecuencia, el interés en negociar y los límites de lasconcesiones que se puedan otorgar también varían. El mapa que los diferentesincentivos permiten calcar muestra a una América Latina dividida frente alALCA. Los países de la Cuenca del Caribe (Centroamérica, el Caribeinsular, Colombia y Venezuela) tienen tanto incentivos positivos cuanto negativosde importancia para ingresar al Área. El resto de Sudamérica, en cambio,tiene incentivos negativos importantes y preocupaciones sobre el costo del boletode entrada, pero no elevados incentivos positivos para ingresar. Esto es particularmenteválido para los países del Mercosur.4

En materia comercial, por ejemplo,hay enormes diferencias entre los países de América Latina y el Caribeen cuanto a su dependencia del mercado estadounidense. En este sentido, Bulmer-Thomas5considera que los países de la región se pueden dividir en tres categorías:los de gran dependencia del mercado estadounidense, pues envían másde 50% de sus exportaciones a éste; los de dependencia moderada que envíanentre 25 y 50 por ciento y los de escasa dependencia, para los cuales Estados Unidosrepresenta menos de 25% de sus exportaciones. En el primer grupo estaríanMéxico, Haití y Honduras. En el segundo, Costa Rica, Venezuela, Colombiay la mayoría de los miembros del Mercado Común Centroamericano (MCCA)y la Comunidad del Caribe (Caricom). El tercer grupo incluye a los paísesdel Mercosur, Chile, Perú, Panamá y algunas naciones caribeñas.El análisis de Bulmer-Thomas confirma la existencia de varios incentivos paranegociar.

La variedad de los incentivos paraparticipar y los beneficios y costos del ALCA puede fragmentar la integraciónlatinoamericana y caribeña debido a las diferentes posiciones de apoyo y rechazoal modelo de integración hemisférica propuesto por Estados Unidos.La consecuencia de esto es la profundización de los actuales modelos subregionalesy el abandono aún mayor de la vieja propuesta de crear un mercado comúnlatinoamericano que incluya a todos los países de la región.

 

La dimensiónpolítica del ALCA:
la diversidad de posiciones negociadoras

El análisis de laposición negociadora frente al ALCA del Mercosur, México y los paísesde la Cuenca del Caribe evidencia las diversas posiciones y el riesgo de que la regiónse separe en un grupo de países que, por su dependencia del mercado estadounidense,apoya casi de manera incondicional las propuestas de Estados Unidos, y otro grupoque trata de mantener, en la medida en que una negociación tan asimétricalo permita, posiciones más críticas al modelo de integraciónhemisférica propuesto por Washington.

 

El regionalismoestratégico del Mercosur

El Mercosur representa un enfoqueregionalista con aspiraciones estratégicas y metas más ambiciosas quesuperan el simple libre comercio y una diversificación de las relaciones comercialesinternacionales con un enfoque más globalista. Por ello, los paísesdel Mercosur han constituido una unión aduanera imperfecta y tienen la metade convertirse en un mercado común. Por otra parte, sus integrantes han intentadoimpulsar una estrategia de diversificación de sus relaciones comerciales másallá de la región, cuyo mejor ejemplo fue la firma en 1995 de un acuerdosobre comercio e inversiones con la Unión Europea y el inicio de las negociacionespara establecer una zona de libre comercio con ésta. En este entorno, la adhesiónal TLCAN o el ingreso al ALCA podría afectar gravemente la estrategia de integracióndel Mercosur. Para autores como De Noronho Goyos, la adhesión de ese bloqueal TLCAN o al ALCA sería un desastre económico y social, particularmente"si se mantienen las condiciones draconianas aplicadas a México".6Ciertamente, ésta puede ser una opinión extrema, pero no deja de tenersus defensores. En el Mercosur diversos sectores, tanto empresariales como políticos,rechazan que en el ALCA se repita la experiencia de integración del TLCANen aspectos como la propiedad intelectual, claramente más amplia que la acordadaen la Organización Mundial de Comercio (OMC), la apertura indiscriminada delsector de servicios y las compras gubernamentales, las normas sobre inversiones ycualquier regulación que exceda lo acordado en la OMC. Aceptar un modelo deeste tipo implicaría adquirir compromisos que trascienden las actuales metasdel Mercosur, lo que en términos prácticos significaría la sumisiónde este último al proceso hemisférico.

En Brasil los actores económicosnacionales no están muy entusiasmados con el ALCA. Tanto los empresarios cuantola dirigencia política de esa nación consideran que las ganancias quese podrían obtener no son excesivas y los costos podrían ser importantesen ciertos sectores. Como señala Chudnovsky, la integración con EstadosUnidos implica altos riesgos para la industria brasileña en el comercio demaquinarias eléctricas y no eléctricas, bienes de consumo electrónico,equipos de transporte, productos químicos e informáticos.7Para la industria brasileña los costos del ajuste a un acuerdo comercial conEstados Unidos podrían ser mayores que los pequeños beneficios queeventualmente se obtendrían en términos del acceso a ese mercado.8

De igual manera, el sector agrícolase vería afectado, tanto en Argentina como en Brasil, pues tendríaque competir con producciones que se han desarrollado gracias a los enormes subsidiosdel gobierno estadounidense. Rubros como jugo de naranja, textiles y azúcarse verían seriamente afectados.9 El sector de servicios brasileño podríaverse desplazado por el ALCA. De acuerdo con De Noronho Goyos, el flujo de serviciosen un sistema de ejes y radios sería desfavorable para estos últimosporque limitaría la relación entre ellos y sería un enorme incentivopara que los capitales se trasladen al eje.10De igual manera las compañías de otraspartes del mundo serían atraídas para establecerse en el eje y no enlos radios, incluso para negociar con estos últimos. El eje se convertiríaen el centro financiero de los radios. En otras palabras, se estableceríauna mayor dependencia en materia de servicios de los radios respecto al eje.

En Argentina, en cambio, la propuestade integración hemisférica fue recibida con gran entusiasmo. Cuandose anunció la Iniciativa para las Américas (IPA) el presidente CarlosMenen la describió como "un paso trascendental en el aumento de la prioridadde América Latina en la política exterior de Estados Unidos".11El apoyo a la IPA fue parte de una política de acercamiento del gobierno deMenen a Estados Unidos, promoviendo lo que el canciller Guido di Tella describiócomo una "relación carnal con Washington". Menen incluso manifestóel interés argentino de ingresar de forma unilateral al TLCAN, aun al margende los compromisos contraídos en el marco del Mercosur. Por ello, duranteel período 1992-1994 fueron evidentes las diferencias entre Brasil y Argentina,que generaron dudas sobre el verdadero compromiso político que existíacon el Mercosur.12

Posteriormente, sin embargo, Argentinamoderó su entusiasmo con la propuesta de integración hemisféricaal darle prioridad al Mercosur, aunque sin dejar de expresar el deseo de que el procesode integración en marcha en el Cono Sur se uniera con el de Américadel Norte.13 Sin embargo, en un seminario sobre multilateralismoy Mercosur que la Unión Cívica Radical uno de los miembros de la nuevacoalición gubernamental argentina organizó en 1998 se presentóun informe que señalaba que el ALCA podía ser una amenaza para el procesode integración en el Cono Sur, pues al otorgar arancel cero a Estados Unidosel Mercosur de hecho desaparecería.14

Los costos del ALCA parecen serdemasiado elevados por el solo ingreso al mercado de Estados Unidos, que no es elmás importante del Mercosur. Además, temas como la transferencia detecnología y la deuda externa son importantes para este último bloquey no forman parte de la agenda de integración hemisférica. El Mercadotiene incentivos positivos para participar en el ALCA, como la garantía deun ingreso seguro al mercado de Estados Unidos, la posible expansión del comerciointraindustrial y la atracción de nuevas inversiones. Las ganancias derivadasdel libre comercio, en cambio, son limitadas, pues tan sólo Brasil podríaver incrementado su intercambio comercial con Estados Unidos en hasta 8%.15Sin embargo, los incentivos negativos son más importantes y se refieren alos costos de exclusión derivados de no participar en el ALCA. Mantenerseal margen supondría la pérdida relativa de competitividad de los productosdel Mercosur en los mercados del TLCAN y la ALADI y la desviación de inversiones.16

En cuanto a los costos de participar,uno de ellos podrían ser las represalias por una eventual desviaciónde comercio.17 Como los países del Mercosur, excepto Paraguay,son global traders, el ingreso en el ALCA podría ocasionar que algunossocios extrarregionales comenzasen a restringir el ingreso de bienes del Mercosura su mercado. Esto ciertamente puede perder relevancia si aquél promueve negociacionescomerciales con socios extrarregionales, como lo está haciendo con la UniónEuropea. También hay costos provenientes de la liberalización comercialy de la inclusión de nuevos temas, como el ambiente y el trabajo, ademásde restricciones en el manejo de las políticas macroeconómicas.18

En consecuencia, el Mercosur noestá dispuesto a pagar cualquier costo para ingresar al ALCA. Como señalanHinojosa-Ojeda, Lewis y Robinson, la decisión de participar o no en las iniciativasde integración hemisférica reflejan un complejo cálculo de lospaíses para maximizar los beneficios económicos y minimizar los riesgospolíticos asociados con la integración.19 En el Mercosurse considera que los beneficios de ingresar al ALCA no son tan elevados como parasacrificar la existencia del proceso subregional. La posición del gobiernode Brasil, el líder del Mercosur, es que la estructura del ALCA debe reposarsobre los bloques de comercio existentes, sin tratar de sucederlos. Por ello la estrategiade aquél es consolidarse primero como esquema de integración para incrementarsu poder de negociación frente a Estados Unidos y el TLCAN. Como expresóel entonces subsecretario general de Integración y de Comercio Exterior delMinisterio de Relaciones Exteriores de Brasil, José Botafogo Gonçalves,"El Mercosur no se va a diluir en el hemisferio ni es una mera etapa de transición".20

Además, hay diferenciassobre qué temas deben incluirse en la agenda negociadora; esto es lo que Wolfdescribe como el problema floor versus ceiling.21Es probable que el ceiling, es decir, las concesiones máximas, se conviertaen floor o punto de partida de las negociaciones hemisféricas.22Ésta es la posición de Estados Unidos que desea que, por ejemplo, lasnormas laborales y ambientales del TLCAN, consideradas como ceiling por variospaíses latinoamericanos, se conviertan en el floor del proceso negociadordel ALCA. En términos prácticos esto se refiere a si las negociacionesdel ALCA deben tener como punto de partida lo acordado en el TLCAN, que en muchasáreas supera los compromisos que en el ámbito multilateral se han acordadoen la OMC. Las negociaciones realizadas hasta ahora evidencian una manifiesta diferenciaentre Estados Unidos y el Mercosur en esta materia, en particular en ambiente y estándareslaborales, temas que Brasil no desea que formen parte del proceso negociador.

Las diferencias de criterio entreEstados Unidos y el Mercosur se manifestaron con toda crudeza durante la llamadafase brasileña de negociación del ALCA. Desde la realizaciónde la Cumbre de Miami hasta la reunión ministerial de Cartagena (1997), sehabían planteado cuatro alternativas de negociación: a] convergenciade los acuerdos bilaterales o subregionales existentes; b] ampliación de un(os)acuerdo(s) a todo el hemisferio; c] poner en marcha un nuevo acuerdo hemisféricode libre comercio, manteniendo los acuerdos existentes, y d] adoptar una estrategiade two o more tracks, en la que haya países núcleos que asumantodos los compromisos del ALCA y países periféricos que lo hagan deforma gradual.23 A partir de la reunión de Florianópolis,Brasil, celebrada en septiembre de 1996, se comenzaron a discutir las diversas hipótesisde cómo llevar a cabo el proceso negociador y allí comenzaron a surgirlas diferencias entre Estados Unidos y el Mercosur.

El bloque del Cono Sur proponíaque la negociación se debía realizar en tres etapas en las que se abordaríantemas específicos. En la primera, la facilitación del comercio, como,por ejemplo, los procedimientos aduaneros y las medidas sanitarias. En la segundase tocarían temas distintos, pero sin entrar en negociaciones sobre accesoa mercados, que se dejarían para la tercera etapa. Esta propuesta se contradecíacon la que Estados Unidos presentó posteriormente, en la que recomienda lanegociación simultánea de todos los temas. Esta posición fuela que finalmente se impuso en la reunión de Playa Conchal, Costa Rica, celebradaen octubre de 1997.

Sin embargo, se mantuvieron otrasdiferencias que surgieron en la reunión ministerial de Recife (febrero de1997). La primera se refería al Alcance del acuerdo, pues mientras EstadosUnidos planteaba el establecimiento de normas superiores a las de la OMC, el Mercosurrechazaba ese tipo de compromiso. El gobierno estadounidense solicitaba la inclusiónde temas laborales y ambientales, lo que era rechazado por el bloque sudamericano,a menos que se comprobara su vinculación al comercio y la maduraciónde su tratamiento en el plano multilateral.24

 

La estrategiade ejes y radios de México

En este escenario de integraciónhemisférica México es un caso particular. Su objetivo principal esfortalecer sus relaciones con sus socios del TLCAN, aunque a la vez pretenda ampliarsus vínculos comerciales con los países de América Latina yel Caribe. Tras el anuncio de las propuestas de integración hemisféricapor Estados Unidos, el gobierno mexicano pareció un poco desconcertado. Laprimera reacción fue bastante cautelosa en cuanto a la conveniencia de ampliarel TLCAN al resto del hemisferio. En 1994 esto lo manifestó claramente JaimeSerra Puche, entonces titular de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial;señaló que México tenía una preocupación legítimay racional respecto a que países con distintos grados de desarrollo ingresaranal TLCAN.25 Esta primera posición mexicana expresaba eltemor de perder el recién ganado ingreso privilegiado al mercado estadounidense.Si los demás países de América Latina y el Caribe suscribíanel ALCA, la exclusividad que el TLCAN daba a México desaparecería yéste debía competir con otros países con los que no teníaninguna complementariedad económica.26

La posición inicial fuepronto modificada al hacerse evidente que Estados Unidos estaba decidido a promoverla integración hemisférica. El gobierno mexicano optó entoncespor la política de participar en el proceso negociador y defender sus intereses.En este sentido, Vega Cánovas acierta cuando señala que la integraciónhemisférica colocó a México en una posición similar ala de Canadá en las negociaciones del TLCAN, es decir, México se vioobligado a participar para defender lo ganado en ese Tratado.27En consecuencia, México ha debido aceptar un papel subordinado y secundarioen las negociaciones del ALCA. Aunque formalmente el TLCAN no negocia como grupo,el gobierno mexicano sostiene posiciones que son cercanas a las estadounidenses,como resultado de su creciente interdependencia económica con el mercado desu vecino norteño. Pero en realidad el bajo perfil mexicano en las negociacionesdel ALCA obedece a que su presencia se limita a cuidar que sus intereses en el mercadode Estados Unidos no se vean demasiado afectados por las concesiones que se puedanotorgar a los demás países de América Latina y el Caribe.

Este bajo perfil en las negociacionesdel ALCA ha estado acompañado por un amplio activismo en la promociónde acuerdos comerciales con los países de América Latina y el Caribe.En este sentido se ha producido un cambio en la estrategia de alejamiento de AméricaLatina que parecía orientar la política mexicana a inicios de los añosnoventa. Como señaló Rosario Green, "desde la perspectiva mexicana,el acuerdo trilateral de libre comercio de América del Norte no implica incompatibilidadcon otras prioridades e intereses que México comparte con los Estados de AméricaLatina y el Caribe".28 De acuerdo con Pfeifer, México se estápreparando para adecuarse al ALCA mediante la firma de una serie de acuerdos bilateralesque le proporcionen un acceso privilegiado a los mercados latinoa-mericanos.29Esto se realizaría de forma paralela a la profundización del TLCANy la integración a la economía mundial. En otras palabras, Méxicoestaría desarrollando una estrategia de niveles múltiples cuyo núcleocentral sería, sin duda, el TLCAN, aunque sin abandonar sus intereses en AméricaLatina y el resto del mundo. En el caso específico de sus relaciones con lospaíses latinoamericanos y caribeños, México habría adoptadouna estrategia de "ejes y radios" mediante la suscripción de acuerdosbilaterales de libre comercio con todos los países de la región.

En este sentido, Méxicosuscribió el Tratado de Libre Comercio del Grupo de los Tres (TLCG3) con Colombiay Venezuela. De igual manera, en 1991 inició las negociaciones para estableceruna zona de libre comercio con los países de América Central. Ese acercamientose basó al principio en el mecanismo 5 más 1, es decir, todas las nacionesdel istmo y México. Sin embargo, las conversaciones perdieron pronto estecarácter multilateral y se adoptó uno bilateral. Como resultado Méxicosuscribió un acuerdo con Costa Rica en 1994, con Nicaragua en 1997 y en laactualidad negocia con los países del llamado Triángulo del Norte (Guatemala,Honduras y El Salvador). De igual manera, México ingresó a la Asociaciónde Estados del Caribe (AEC), entidad de cooperación e integración regionalque incluye a todos los países de la Cuenca del Caribe.

México también hainiciado negociaciones comerciales con los países del Mercosur. Sin embargo,este proceso confirma las diferencias de enfoque entre el norte y el sur del hemisferiorespecto a la integración, además de que evidencia el apego mexicanoal modelo de integración propuesto por Estados Unidos. México ha planteadoa los países del Mercosur un acuerdo comercial que incluya temas como lasinversiones, la regulación de la propiedad intelectual y las compras gubernamentales.Según el enfoque del gobierno mexicano, estas áreas deberíanregularse como sucede con el TLCG3 y los acuerdos con Costa Rica y Nicaragua segúnlas disciplinas acordadas en el TLCAN.30 Sin embargo, en el Mercosur el enfoque es algo distinto.Por ejemplo, este bloque comercial rechaza cualquier apertura indiscriminada de lastelecomunicaciones, los servicios financieros y las compras gubernamentales, talcomo se establece en el Protocolo de Colonia. Además, Brasil y Méxicotienen diferencias en cuanto al régimen de liberalización comercial.Este último país ha propuesto un acuerdo amplio que incluya un granuniverso de productos, muchos de los cuales no formaban parte de los acuerdos dealcance parcial suscritos en el marco de la ALADI. Brasil, en cambio, se opone ala inclusión del sector automovilístico, equipos de telecomunicaciones,informática y electrodomésticos.31

Estas diferencias de enfoque explicanel poco avance relativo de las negociaciones entre México y el Mercosur. Tambiéndemuestran el compromiso de la nación azteca con el modelo de integración"tipo TLCAN", basado en la apertura radical y la flexibilizaciónde las disciplinas relacionadas con el comercio, como la propiedad intelectual olas compras gubernamentales. De igual manera evidencia que los países delMercosur mantienen su enfoque menos aperturista y su intención de fortalecera América del Sur como región antes de sumarse a una integraciónhemisférica más profunda.

 

El ALCA y elregionalismo reactivo
en la Cuenca del Caribe

Los países de la Cuencadel Caribe se enfrentan a un escenario bastante distinto al del Mercosur y México.A similitud de este último, las naciones de la Cuenca del Caribe son altamentedependientes de Estados Unidos en cuanto al comercio y las inversiones. Sin embargo,el Caribe no tiene la importancia estratégica de México, situaciónque se ha acentuado con la conclusión de la guerra fría. Durante losaños setenta y ochenta la Cuenca del Caribe fue objeto de especial atenciónen la política exterior de Estados Unidos debido al activismo del gobiernode Cuba en la zona y a la existencia de gobiernos socialistas en Jamaica, Guyana,Granada y Nicaragua. Esta situación geopolítica de la Cuenca obligóa Washington a establecer políticas de cooperación económicacomo parte de la estrategia de contención del comunismo en la zona. Partede ésta fue la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (CBI por sus siglas eninglés), programa de cooperación comercial y de inversiones establecidopor el régimen de Reagan en 1983. Mediante la CBI el gobierno estadounidenseotorga preferencias arancelarias a los países que reúnan unas condicionesque él mismo establece, muchas de las cuales tienen un marcado contenido político.A lo largo de la década de los ochenta la CBI produjo una transformaciónde varios países de la región, como por ejemplo Jamaica y la RepúblicaDominicana, que se han convertido en receptoras de inversiones masivas de EstadosUnidos, en especial para establecer industrias maquiladoras. Como consecuencia dela CBI las economías de la región se hicieron cada vez más dependientesde las inversiones estadounidenses y del mercado como destino de sus exportaciones.

Sin embargo, la suscripcióndel TLCAN ha tenido efectos negativos en las preferencias comerciales de la CBI.La mayor cercanía al mercado estadounidense, junto con la liberalizaciónarancelaria y de las inversiones incluida en el TLCAN, hacen que México seaun mercado más atractivo que el caribeño. El Tratado ha provocado unadesviación importante de comercio e inversiones hacia este país. Asípues, los países de la Cuenca del Caribe se enfrentan a un escenario de grandependencia económica frente a Estados Unidos, situación que se profundizóen la década de los años ochenta, pero a la vez padecen el deteriorode su ingreso preferencial a aquel mercado, el cual es cada vez "menos preferencial"debido al TLCAN y a los acuerdos suscritos por Estados Unidos en el marco de la OMC.32

Esta dualidad, dependencia comercialy pérdida de importancia estratégica, ha moldeado en gran medida larespuesta caribeña frente al ALCA. La primera reacción fue promoveriniciativas para restablecer de alguna manera las preferencias perdidas luego delTLCAN. La segunda fue alentar un regionalismo reactivo, es decir, una simple respuestafrente al proceso de integración que se desarrolla en América del Norte.Este regionalismo reactivo tiene una dimensión subregional y otra multilateral.En el primer caso consiste en la profundización de los organismos subregionalesde integración creados en los años sesenta y setenta, como el MCCAy la Caricom, iniciativas a las que se reimpulsó o más bien simplementese les adaptó a la ideología neoliberal dominante en la región.En consecuencia, se formularon políticas como la liberalización totaldel comercio y las inversiones y se regularon las disposiciones sobre propiedad intelectualo compras gubernamentales. La idea central que orienta esta revisión neoliberalde la integración caribeña es que la flexibilización de lasnormas sobre el comercio, las inversiones y los temas relacionados con éstosdarían una mayor competitividad a las naciones caribeñas y les permitiríarecuperar al menos algo del espacio perdido desde la firma del TLCAN.

La segunda faceta del regionalismoreactivo consistió en promover una mayor cooperación entre los paísesde la Cuenca del Caribe. En este sentido, se ha producido un acercamiento políticoy comercial entre los diversos actores de la zona (los países centroamericanos,el Caribe anglófono, Cuba, la República Dominicana, Colombia, Méxicoy Venezuela). Aunque este nuevo regionalismo tiene una dimensión política,es mayormente económico, en el sentido de que se ha desarrollado mediantela firma de un importante número de acuerdos sobre comercio e inversión.33La creación de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) es parte deeste esfuerzo para promover un nuevo regionalismo que incluya a todos los paísesde la zona en un marco común de cooperación e integración. Paraautores como Serbin, aunque la AEC tiene objetivos muy amplios, su surgimiento obedeceen gran medida al interés de los países de la Cuenca por crear un ámbitoinstitucional común desde el cual negociar con Estados Unidos ya fuese laadhesión al TLCAN o el ingreso al ALCA.34

Estas respuestas de los paísescaribeños al nuevo escenario hemisférico han tenido efectos bastantelimitados. Las iniciativas dirigidas a lograr una paridad entre la CBI y el TLCANhan fracasado. Por otra parte, la región no ha podido recuperar el espacioperdido frente a México en materia de comercio e inversiones, a pesar de laprofundización neoliberal de la integración caribeña. Finalmente,el proyecto para ampliar la cooperación y la integración ha tenidodificultades en su puesta en marcha. La AEC no ha satisfecho las expectativas quehabía creado y salvo algunos acuerdos en materia de transporte y de turismono ha sido capaz de promover programas concretos de integración económica.De hecho el proyecto más ambicioso que se haya discutido hasta ahora es elestablecimiento de una preferencia arancelaria caribeña. Además, elproyecto de convertir a la AEC en un interlocutor en las negociaciones de libre comerciocon Estados Unidos se ha visto frustrado debido a que este país se niega adar su reconocimiento a la AEC porque Cuba participa en ella.

Ante este escenario de dependenciacomercial, decreciente importancia estratégica y regionalismo reactivo pocoeficaz, es difícil creer que los países de la Cuenca puedan apoyarposiciones en materia de integración que se alejen de las de su principalsocio, es decir, Estados Unidos. Apoyar a este país en las negociaciones delALCA supone mantener el acceso a su mercado y evitar una mayor marginalizacióndel proceso que está en marcha en el hemisferio. En otras palabras, a diferenciadel Mercosur los países de la Cuenca del Caribe tienen un margen de acciónmás limitado para promover políticas de integración relativamenteautónomas frente a Estados Unidos.

¿Es posible una mayor cooperaciónentre la Cuenca del Caribe y América del Sur en materia de integraciónhemisférica? Éste sería un escenario ciertamente interesante.No obstante, las asimetrías económicas son enormes, los vínculoscomerciales entre estas dos subregiones son mínimos, hay problemas de transportey, a pesar de las acciones gubernamentales, los actores del sector productivo dela Cuenca del Caribe parecen estar poco interesados en una integración deese tipo.

 

Conclusión

Los costos y beneficiosde la integración con Estados Uni-dos varían dependiendo del país,región u organismo de in-tegración de que se trate. La Cuenca del Caribetiene una alta dependencia del comercio y las inversiones y, por tanto, pagaríaun alto costo si se autoexcluyera de la integración hemisférica. Paralos países de América Central y el Caribe ha implicado el tener quebrindar su apoyo al modelo de integración propuesto por Washington, mientrasluchan por recuperar su posición en el mercado estadounidense, seriamenteafectada desde la vigencia del TLCAN. Para los países del Mercosur el escenariovaría. Su relativa menor interdependencia económica de Estados Unidosy la existencia de un proyecto brasileño para crear un espacio económicofuerte en América del Sur hace que el ALCA se observe con escepticismo. Estaresistencia es mayor en los actores que podrían verse seriamente afectadospor el libre comercio hemisférico. México, en cambio, ha girado deuna posición inicial de rechazo al proyecto hemisférico a una de apoyoreticente, manteniendo posiciones cercanas a Estados Unidos y creando un sistemade ejes y radios con los países latinoamericanos.

Este complejo escenario demuestraque las descripciones de una América Latina pasivamente sometida a las iniciativasde integración de Estados Unidos pueden ser simplistas. Ciertamente el Mercosurno puede ser descrito en su esencia como un proyecto antineoliberal, pero tiene elementoscercanos a lo que la CEPAL ha descrito como regionalismo abierto. Este modelo esel apoyado por las élites económicas del Mercosur, en especial el sectorindustrial brasileño, que no pueden aceptar de forma pasiva una apertura indiscriminadaque los conduzca a la ruina, como ha ocurrido en otros países de AméricaLatina, como Argentina. Este factor del nacionalismo económico, másque la búsqueda de un modelo verdaderamente alternativo al neoliberalismo,es el que explica por qué el Mercosur se ha vuelto tan crítico de laspropuestas de Washington. La pregunta es: ¿hasta cuándo podráresistir el Mercosur? Estados Unidos es ahora más que nunca el poder hegemónicodel hemisferio. En consecuencia, parece iluso creer que Brasil y el Mercosur puedandetener al ALCA. Si los países del Cono Sur se autoexcluyen tendránque pagar su costo y si aceptan participar deberán hacer muchas concesionesa Estados Unidos. ¿Qué podrían obtener de este últimoa cambio? En Washington se reconoce que un ALCA sin el Mercosur sería unaentelequia, pero resulta difícil creer que van a modificar los criterios generalesde su modelo de integración para lograr la participación de los paísesdel Cono Sur. Además, circunstancias como la crisis económica de Brasily el conflicto que creó en el Mercosur en 1999, las dificultades en las negociacionescon los países de la Comunidad Andina para establecer el ALCSA y los escollosen la negociaciones de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea,han afectado el poder negociador del Mercosur en las discusiones del ALCA. Ejemplode esto es que en la Cumbre de Santiago se decidió que lo acordado en lasnegociaciones del ALCA tendrá un rango superior a las disposiciones subregionales,lo que indica que la capacidad de resistencia puede estar debilitándose.

 

Notas al pie

1. Patricio Meller,"América Latina en un eventual mundo de bloques económicos",en Andrea Butelman y Patricio Meller (compiladores), La estrategia comercial chilenapara la década del noventa, Cieplan, Santiago, 1992, p. 63.Regresar a la nota 1

2. Roberto Bouzas,"El regionalismo en el Hemisferio Occidental: el NAFTA, el Mercosur y después",Desarrollo Económico, vol. 36, verano de 1996, pp. 87-108.Regresara la nota 2

3. Winston Fritsch,"Integración económica: ¿conviene la discriminacióncomercial?", en Roberto Bouzas y Nora Lustig (editores), Liberalizacióncomercial e integración comercial. De NAFTA al Mercosur, Grupo EditorLatinoamericano, Buenos Aires, 1992, p. 4.Regresar a la nota 3

4. JoséBriceño Ruiz, "Implicaciones del ALCA para la convergencia entre el Mercosury los esquemas de integración en la Cuenca del Caribe", en Mabel LaredoIris, Estado, mercado y sociedad en el Mercosur, Universidad Nacional de Rosario,Programa de Investigación sobre Integración Latinoamericana, Rosario,1998.Regresara la nota 4

5. VíctorBulmer-Thomas, "El Área de Libre Comercio de las Américas",Revista de la CEPAL, número extraordinario, octubre de 1998.Regresara la nota 5

6. Durval de NoronhoGoyos, "Brasil, Mercosul and the FTAA, Legal and Strategic Considerations",UNISA Latin American Report, vol. 13, núm. 1, Pretoria, 1997, p. 6.Regresara la nota 6

7. Daniel Chudnovsky,"El futuro de la integración hemisférica: el Mercosur y la Iniciativapara las Américas", Desarrollo Económico, vol. 32, núm.128, enero-marzo de 1993, pp. 504-505.Regresar a la nota 7

8. Ibid.,p. 505.Regresara la nota 8

9. "NAFTAcambia relaciones de poder en América Latina", Revista del Mercosur,núm. 16, pp. 13-16.Regresara la nota 9

10. Durval deNoronho Goyos, op. cit., p. 6.Regresar a la nota 10

11. Citado enFrancisco Rojas Aravena, "El Cono Sur latinoamericano y la Iniciativa para lasAméricas", Estudios Internacionales, vol. XXVI, núm. 19,enero-marzo de 1993, p. 116.Regresara nota 11

12. Andrew Hurrell,"Regionalism in the Americas", en Andrew Hurrell y Louise Fawcett (editores),Regionalism in World Politics, Oxford University Press, Oxford, 1995, p. 275.Regresara la nota 12

13. Carlos SaúlMenen, "Argentina y el NAFTA", en Ney López (editora), El ParlamentoLatinoamericano frente al NAFTA, Parlamento Latinoamericano, São Paulo,1993, pp. 26-27.Regresara la nota 13

14. Sucesos,agosto de 1998. Versión electrónica: <http://db2.intermedia.com.ar/sucesos/consultas/articulo.html>.Regresar a nota 14

15. Refik Erzany Alexander Yeats, Free Trade Agreements with the United States: What's in Itfor Latin America?, Banco Mundial, Washington, 1992.Regresar a nota 15

16. Pedro Da MottaVeiga, "El Mercosur y el proceso de construcción del ALCA", Integracióny Comercio, vol. 1, núm. 3, septiembre-diciembre de 1997, p. 16.Regresara nota 16

17. Rubens Ricuperoy Sérgio Amaral, "O NAFTA e o Brasil", Política Externa,vol. 1, núm. 1, junio de 1993, p. 97.Regresar a nota 17

18. Pedro Da MottaVeiga, op. cit., p. 16.Regresar a nota 18

19. RaúlHinojosa-Ojeda, Jeffrey D. Lewis y Sherman Robinson, "Mercosul e NAFTA: convergênciae divergência na integração nas Américas", en JoãoPaulo Dos Reis Velloso (coordinador), Mercosuri & NAFTA. O Brasil e a integraçãohemisférica, Livraria José Olimpio Editora, Río de Janeiro,1995, pp. 141-231.Regresara nota 19

20. JoséBotafogo Gonçalves, "A integração hemisférica emperspectivas", Boletim de Diplomacia Económica, núms. 20-21,1996-1997.Versión electrónica: <www.mre.br/getec/WEBGETER/BRE/2021>.Regresara nota 20

21. Maurice Wolf,"Americas Choice. The Slow Path to Global Trade Cooperation", en SergioLópez Alyllón (editor), El futuro del libre comercio en el continenteamericano. Análisis y perspectivas, UNAM, México, 1997, p. 87.Regresara nota 21

22. Ibid.,p. 87Regresara nota 22

23. VéaseRobert Devlin y Luis Jorge Garay, "De Miami a Cartagena: nueve enseñanzasy nueve desafios del ALCA", Contribuciones, núm. 4, 1997, p. 39.Regresara nota 23

24. Pedro Da MottaVeiga, p. 11.Regresara nota 24

25. GuadalupeGonzález y Jorge Chabat, "México's Hemispheric Option in the Post-coldWar Era", en Gordon Mace y Jean-Philippe Therien (eds.), Foreing Policy andRegionalism in the Americas, Lynne Rienner, Londres-Boulder, 1996, p. 99.Regresara nota 25

26. MaríaCristina Rosas, "Del TLCAN al libre comercio hemisférico: ¿esdeseable y posible ampliar el tratado norteamericano de libre comercio a otros países?",Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XI (quintaépoca), núm. 161, julio-septiembre de 1995, pp. 89-107.Regresar a nota 26

27. Gustavo VegaCánovas, "¿Es el TLC un modelo para el resto del hemisferio occidental?,Comercio Exterior, vol. 44, núm. 6, junio de 1994, p. 491.Regresara nota 27

28. Rosario Green,"O México e os esquemas de liberalização comercial e integraçãoeconómica no hemisferio", Política Externa, vol. 2, núm.1, junio de 1993, p. 68.Regresara nota 28

29. Alberto Pfeifer,"Consideraçoes sobre a estrategia de inserção
hemisférica do México", en J.A. Guilhom Albuquerque y H. Altemanide Oliveira (organizadores), A ALCA o os blocos internacionais, vol. 2, FTDEditorial, São Paulo, 1998.
Regresar a nota 29

30. Jaime ZabludovskyKupen, "El Acuerdo México-Mercosur: la perspectiva mexicana", enEduardo Robledo Rincón (coordinador), México-Mercosur: un enfoquedesde la relación México-Argentina, Consejo Argentino para lasRelaciones Internacionales, Cámara de Comercio Argentino-Mexicana, Embajadade México, Aguila y Sol, Buenos Aires, 1997, pp. 103-110.Regresar a nota 30

31. MaríaCristina Rosas, "La integración latinoamericana en transición:la difícil cooperación entre los socios del Tratado de Libre Comerciode América del Norte y los del Mercado Común del Sur tras la segundaCumbre de las Américas", documento presentado en la Asociaciónde Estudios Latinoamericanos, Chicago, septiembre de 1998, p. 7.Regresar a nota 31

32. Emilio Pantojay James C. Dietz, "L'ALENA, restructurations économiques et industrialisationcentré sur l'exportation dans la Caraïbe", Pouvoirs dans la Caraïbe.Revue du Centre de Recherche sur les Pouvoirs Locaux dans la Caraïbe, vol.8, núm. 9, 1996, pp. 85-97.Regresar a nota 32

33. JoséBriceño Ruiz, Del mercado común latinoamericano al Área deLibre Comercio de las Américas. Las posibilidades de convergencia entre laintegración latinoamericana y caribeña en la era de la globalización,UCV-CVERIG, Papel de Trabajo núm. 005, Caracas, 1998.Regresar a nota 33

34. AndrésSerbin, "ACS: Future of the Region", Caribbean Affaires, vol. 7,núm. 2, mayo-junio de 1994, pp. 10-26.Regresar a nota 34



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